sábado, 10 de enero de 2009

Un amor sangriento.




– Tu tienes el poder, tu debes luchar contra eso y destruirlo, debes vengar mi muerte –
dijo Obed muriendo por la espada que atravesó su costado.
– si padre, juro por mi sagrada madre que acabaré con esa criatura del mal y vengaré tu muerte – dijo Vergilio, hijo de Obed, mientras sostenía a su padre.

Todo se remonta a la edad media en la que ver a un caballero con una espada y su respectivo caballo era algo completamente normal pero en Puerto Luna, no había muchos, solo Vergilio.

El era un hombre de honor, alto, apuesto, de ojos verdes, cabello castaño, largo y abundante, cuya misión en el mundo era salvar a indefensos de los enemigos y demonios que asechaban en Puerto Luna. Vergilio poseía un extraordinario poder, si, el poder de la videncia. Su madre fue una diosa y su padre poseía el mismo poder que él; pero habían personas que vivían con el fin de hacerles daño a el y a sus seres queridos, demonios, espectros y hasta simples mortales. Vergilio se preguntaba ¿Por qué? , si el y sus padres eran buenas personas con todos. Bien, la respuesta era un libro, el cual perteneció a los dioses y ahora le pertenecía a el, ya que su padre había muerto recientemente y su madre se encontraba en un reino muy lejano de Puerto Luna.

Este libro contenía un gran secreto, Pero Vergilio nunca sintió curiosidad por saber que escondían esas escrituras, así que nunca lo había leído. Fue entregado a sus padres cuando el aun no había nacido.

Un día, Vergilio se encontraba en la plaza, le gustaba mucho estar allí y sentir el aire fresco mezclado con el aroma del salitre del mar que se encontraba a unos cuantos kilómetros de ahí, cuando de repente ante sus ojos paso una mujer de cabellera larga , blanca como la nieve, extraordinariamente pálida se podría decir , con ojos azules que con el reflejo de la luz parecían grises y mas flaca de lo normal, se acerco a ella y la miro de frente.
– ¿se le ofrece algo? –, pregunto la hermosa joven a Vergilio quien se encontraba perplejo ante ella
– si, ¿me dirías tu nombre? – Le dijo Vergilio a la hermosa mujer
– Anett, ese es mi nombre señor – respondió gentilmente la joven
– ¿eres de aquí del pueblo? Nunca te había visto – pregunto el
– si, señor, soy de aquí pero casi nunca salgo a plena luz del sol, tengo una extraña enfermedad en la piel que me lo impide. Si me disculpa, me tengo que ir, fue un placer conocerlo, nos veremos pronto… adiós – dijo Anett, algo nerviosa, alejándose.

Desde ese entonces, Vergilio no dejo de pensar en ella, no podía, era hermosa, y misteriosa, le encantaba.
el seguía en la plaza, pensando en Anett cuando de pronto, escucho gritos , de una mujer, provenientes de la montaña, así que enseguida se subió a su caballo y fue hasta allá.
Cuando llego ya había oscurecido, los gritos aun seguían, venían de una cueva, así que entro. Curiosamente, en el piso había rastros de sangre, los cuales el siguió hasta que encontró a una mujer muy perturbada, era Helen, la muchacha del pueblo que tenia esquizofrenia, se creía que estaba poseída pero no fue así, era su enfermedad mental, Aparentemente.
Gritaba como loca, diciendo que ella había regresado, que ella estaba allí aunque el no la pudiera ver... Vergilio no entendía que hacia ella ahí, y porque Helen estaba sangrando, quizás se hizo daño ella misma, ya que estaba demente pero quizás no.
Vergilio la subió en su caballo y se la llevo de vuelta al pueblo, donde estaba su madre, muy angustiada por lo sucedido y apenada con el. Luego de eso Vergilio se fue a su casa y se acostó en su cama, e instantáneamente se quedo dormido, estaba tan agotado que se olvido de quitarse su armadura. Cayó en un profundo sueño en el que estaba con Anett en una casa rodeada de flores, al lado de un riachuelo hermoso, estaban tomando el te y comiendo ricos pankesitos que había preparado ella cuando de pronto, la puerta se abrió y entro un hombre muy alto, llevándose a Anett a la fuerza… Vergilio intento detenerlo pero no pudo, el hombre escapo y se llevo a Anett, en seguida, el se subió a su caballo y lo persiguió hasta q llegaron al castillo de Berlín, un antiguo lugar q estaba en ruinas, entro sigilosamente, habían cuadros por todas partes y muchas habitaciones, todo era muy confuso.
Pero Vergilio siguió su instinto y entonces subió al segundo piso y allí escucho la voz de Anett, entro a una habitación y ahí estaba ella, atada de pies y manos. – Mi amor, que bueno que viniste a rescatarme, tengo miedo – , le dijo ella a el pero en ese preciso momento, llegaron muchos hombres y lo ataron a el también, uno de ellos tenia una estaca y se la iba a clavar en el corazón a Anett pero en ese instante, Vergilio despertó.
Al despertar, insólitamente no recordaba nada de lo que había soñado, absolutamente nada.

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